> Estudiantes UP

Hazlo con miedo: El viaje a China que cambió mi vida

María Alejandra Valdez Arango

Estudiante de Negocios Internacionales – Universidad del Pacífico

Cuando decidí postular al Summer School en Fudan University, jamás imaginé que sería una experiencia que cambiaría mi vida y mi forma de ver las cosas. Al inicio, el miedo fue mi compañero constante, porque nunca había viajado fuera del país sin mi mamá, y menos quedarme tanto tiempo sola. Pero siempre he creído en el lema “hazlo con miedo”, y eso fue exactamente lo que hice.

Este intercambio no solo me permitió fortalecer mis conocimientos académicos, sino también crecer personalmente, viviendo por un mes y medio en un país tan distinto al Perú. Además, lo viví en una de las universidades más prestigiosas de China: Fudan University, lo cual hizo todo aún más especial.

  1. Experiencia académica

Al iniciar el programa llevé dos cursos muy alineados a mis intereses: Marketing Internacional y Chino Intermedio.

El curso de Marketing fue una gran oportunidad para complementar mi formación, ya que actualmente sigo la concentración en Marketing Digital. Lo que más me gustó fue la mirada global que ofrecían las clases, comparando constantemente a China con Estados Unidos. Recuerdo, por ejemplo, cómo discutimos que China se rige más por valores colectivistas, mientras que EE.UU. tiende al individualismo. Esa perspectiva me ayudó a entender cómo los negocios y el marketing no son universales, sino que están profundamente influenciados por la cultura.

Lo que más rescato, sin embargo, fue el trabajo grupal final. Mi equipo era completamente intercultural: había estudiantes de EE.UU., Canadá, China y Hong Kong. Fue increíble ver cómo nuestras culturas influían en las ideas que dábamos. Recuerdo con cariño las reuniones en el comedor de Fudan, entre risas y platos de comida, mientras discutíamos el producto que debíamos crear.

Por otro lado, el curso de Chino Intermedio fue sin duda el mayor reto. Mis compañeros eran principalmente chinos y las clases se dictaban completamente en el idioma. Al inicio fue intimidante, pero gracias a la práctica diaria logré mejorar mi lectura de caracteres y mi pronunciación. Este curso me sacó totalmente de mi zona de confort, pero también fue el que más disfruté. Como ya había empezado a estudiar chino dos años antes, este curso me ayudó a profundizar mucho más. Además, estaba orientado a prepararnos para el examen HSK4, lo cual lo hizo más desafiante. Lo que más agradezco es que éramos pocos alumnos, lo que permitió una inmersión increíble: todos en el salón éramos amigos y mejoramos juntos en el idioma.

  1. Vida en China y descubrimiento cultural

Desde el momento en que salí del aeropuerto, tuve mi primer choque cultural: el calor. No pensé que influiría tanto, pero con temperaturas que llegaban a casi 40 grados, marcó bastante mi experiencia.

Más allá de eso, fue impresionante ver los carteles en caracteres y poder entenderlos en la calle, o notar lo limpia y ordenada que estaba Shanghai. El campus de Fudan también me sorprendió: era tan grande que caminar con ese clima resultaba complicado. Llegué sin saber manejar bicicleta, pero la necesidad hizo que aprendiera, y gracias a eso podía moverme por la universidad y hasta salir a recorrer la ciudad.

La vida universitaria era divertida: empezábamos el día en el comedor norte, donde el desayuno tradicional eran dumplings con salsas. Luego íbamos a clases, y en los descansos solíamos comprar helados o café para sobrevivir al calor. Por las tardes, nos íbamos en grupo a conocer lugares turísticos como el Bund (外滩), el Wukang Building (武康大楼) o incluso escapadas más largas como Wuzhen.

Nuestro grupo de amigos era muy diverso: había argentinas, filipinas, danesas, chinas, hongkonesas y estadounidenses. Recuerdo lo mucho que nos divertíamos compartiendo costumbres de nuestros países mientras viajábamos en metro rumbo al centro de Shanghai.

Mi interacción con los chinos fue algo que me marcó. Como sabía algo de mandarín, muchos se sorprendían y hasta me daban 学生打折 (descuento de estudiante) al mencionar que era alumna de Fudan 大学. Gracias a esto, pude mejorar mucho mi manejo del idioma y mi confianza al hablar. También me impresionó lo parecidos que eran a los peruanos: extrovertidos, amigables y siempre dispuestos a ayudar. Una anécdota que nunca olvidaré fueron nuestras visitas a 七浦路 (Qipulu), conocido como el “Gamarra chino”. Nos asombraban los precios bajos y la insistencia de los vendedores, que me recordaba mucho al espíritu de los comerciantes en Lima.

Otro aspecto que me fascinó fue el sistema de transporte. China está conectada por una red de trenes impresionante, incluyendo los trenes bala. Dentro de la ciudad, buses y bicicletas compartidas facilitaban la movilidad: con solo 4 yuanes (unos 2 soles) podías recorrer grandes distancias. Todo estaba muy limpio, organizado y con fuertes medidas de seguridad, algo que me hizo reflexionar mucho al compararlo con Perú.

En la vida diaria también tuve choques: los horarios de comida eran muy distintos (desayunaban a las 6-7 a.m., almorzaban al mediodía y cenaban a las 5 p.m.). Al inicio fue difícil adaptarme, pero luego lo llevé con naturalidad. La gastronomía también fue todo un reto: sabores intensos, platos muy condimentados y muchas preparaciones a base de cerdo y res. Aunque me costó, fue una parte clave del descubrimiento cultural.

  1. Amistades realizadas

Algo que me encantó fue la cantidad de amistades que pude formar. Mi primera amiga fue Yuki, de Hong Kong; conectamos por nuestro gusto por el k-pop y hablamos bastante, incluso por chat, donde me daba tips sobre costumbres chinas.

También recuerdo a Lucy, mi “buddy” del programa, que siempre estuvo disponible para resolver cualquier duda que tuviera.

Pero mis grandes compañeras fueron Ali y Flor, de Argentina. Ellas fueron mi soporte más fuerte allá: juntas visitamos templos como el Jing’an Temple, caminamos por el Bund y exploramos muchos rincones de la ciudad. Con ellas hablaba en español, lo que me daba un respiro y me hacía sentir más cercana, como en casa.

  1. Reflexiones personales 

Para mí, esta experiencia internacional fue una de las mejores de mi vida. Sin duda la recomiendo a cualquier alumno: vivir algo así marca un antes y un después.

Viajar sola me enseñó a confiar en mí, a ser más independiente y a ampliar mi visión de futuro. A nivel académico, aprendí desde una perspectiva mucho más global; y a nivel humano, me llevé amistades y recuerdos que atesoro con todo mi corazón.

Esta experiencia también me conecta con mi sueño de postular a la Academia Diplomática, porque me demostró cuánto me apasiona la internacionalización y el intercambio cultural. Me gustó tanto que no descarto la idea de regresar a China e incluso vivir allá por un tiempo.

Contáctenos