De Beijing 2025 a los Andes: Garantizando el Empoderamiento de las Mujeres en una Nueva Era de Desarrollo

24 octubre, 2025

Kehan Wang
Investigador, Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico
Universidad del Pacífico (Perú)

El 13 de octubre de 2025, China organizó en Beijing la Reunión de Líderes Globales sobre Igualdad de Género y Empoderamiento de las Mujeres, coorganizada con ONU Mujeres, para conmemorar los treinta años desde la histórica Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas. En su discurso principal, el presidente Xi Jinping reafirmó el compromiso de China con el avance de los derechos de las mujeres y llamó a generar un nuevo impulso para la búsqueda global de la igualdad de género y el desarrollo de las mujeres.

El Libro Blanco recientemente publicado por China sobre el Avance del Desarrollo de las Mujeres celebra los progresos nacionales en educación, salud y participación laboral. Presenta a las mujeres chinas como beneficiarias y, al mismo tiempo, participantes activas en el crecimiento económico, la ciencia y la gobernanza política, destacando las transformaciones positivas hacia la igualdad de género en todos los ámbitos de la sociedad china.

Sin embargo, este progreso plantea una pregunta clave para quienes observan la creciente presencia global de China: ¿se reflejan estos mismos compromisos en las inversiones del país en el extranjero, particularmente a lo largo de la Franja y la Ruta?

Esta pregunta está en el centro de un nuevo proyecto sobre Género y Transición Energética Justa (JET–Gender) del Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico (CECHAP) de la Universidad del Pacífico. Como parte de una iniciativa más amplia de investigación y diálogo de políticas llamada “Capitalizing on the New Climate Economy in the Americas”, nuestra investigación examina cómo la inversión china en los sectores extractivos y de energía renovable de Sudamérica afecta la vida y las oportunidades de las mujeres, y cómo estos impactos pueden gestionarse de manera más equitativa.

En toda América Latina, las empresas chinas se han convertido en actores principales en minería y energía. En Perú, operan algunas de las minas de cobre más importantes del país —Las Bambas (MMG/China Minmetals), Toromocho (Chinalco) y, más recientemente, La Arena (Zijin)— así como la mina de hierro de Marcona (Shougang). También ejercen un control significativo sobre la generación y transmisión eléctrica, participan en grandes obras públicas y son los principales propietarios del nuevo megapuerto de Chancay. Estas inversiones han transformado las economías locales y regionales, generando tanto beneficios como tensiones.

Los impactos de género son complejos. Las mujeres en zonas mineras, por ejemplo, suelen soportar cargas desproporcionadas: aumento del costo de vida, contaminación, mayor trabajo no remunerado y escasa participación en el empleo formal. Sin embargo, estos proyectos también han abierto nuevos espacios para el empoderamiento femenino. Las mejoras en infraestructura y servicios impulsadas por la minería han ampliado el acceso a la salud y la educación. El empleo en áreas como gastronomía, administración, logística y gestión comunitaria ha brindado a muchas mujeres oportunidades de ingresos sin precedentes, aunque concentradas en sectores tradicionalmente “femeninos”.

A pesar de estos ejemplos positivos, las brechas persisten. Las empresas mineras chinas aún emplean pocas mujeres en cargos técnicos o de toma de decisiones, y rara vez integran perspectivas de género en su gestión ambiental y social. La mayoría sigue marcos generales de responsabilidad social empresarial, sin metas ni mecanismos de seguimiento específicos para la igualdad de género. Para que China alinee sus operaciones en el extranjero con el espíritu de Beijing 2025, la igualdad de género debe pasar de la retórica a una práctica política estructurada, con urgencia.

Esto implica realizar evaluaciones de impacto con enfoque de género, establecer metas transparentes para la contratación y promoción de mujeres, y garantizar su participación significativa en los procesos de consulta y distribución de beneficios. Las alianzas con empresas y organizaciones lideradas por mujeres también pueden fortalecer las cadenas de suministro locales y fomentar un desarrollo inclusivo.

Los países anfitriones también desempeñan un papel fundamental. Como signatarios de marcos internacionales como la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas (EITI) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, los gobiernos latinoamericanos deben asegurar que la inversión extranjera se alinee con sus propios compromisos en materia de igualdad y cohesión social.

El proyecto JET-Gender busca tender puentes entre estas agendas, generando evidencia y recomendaciones de política sobre cómo la equidad de género puede convertirse en una parte integral de las cadenas de valor tanto de la minería como de la energía renovable.

El mensaje desde Beijing 2025 fue claro: la igualdad de género sigue siendo esencial para el desarrollo sostenible. El desafío ahora es garantizar que estos principios se extiendan más allá de las fronteras de China—hacia los campamentos mineros del Perú y las comunidades a lo largo de los Andes y la costa del Pacífico—donde las mujeres están redefiniendo, en sus propios términos, qué significa el desarrollo.

Foto: Global Times

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