EE. UU. y China alcanzan una tregua parcial: ¿respiro comercial o pausa táctica?

16 junio, 2025

Tras meses de escalada arancelaria y tensiones geopolíticas, los gobiernos de Estados Unidos y China retomaron el diálogo comercial con una ronda de negociaciones iniciada en Londres el pasado 9 de junio. El encuentro, liderado por altos funcionarios de ambas potencias, se dio apenas dos meses después del llamado “Día de la Liberación” en EE. UU., cuando la administración de Donald Trump impuso aranceles a casi todos los países del mundo, intensificando su disputa con Pekín.

Las negociaciones buscaron reabrir canales de entendimiento entre las dos principales economías globales, que se encontraban prácticamente en un escenario de embargo comercial mutuo. Mientras que los productos chinos enfrentaban aranceles del 145% en territorio estadounidense, China imponía tasas del 125% a las importaciones desde EE. UU., además de aplicar una restricción estratégica a la exportación de tierras raras.

El acuerdo alcanzado establece el retiro de la amenaza estadounidense de revocar visas a estudiantes chinos, y el levantamiento provisional por parte de China de su restricción a las tierras raras. No obstante, nuestro investigador Antonio José Pagán, advierte que este entendimiento está lejos de representar un cambio de paradigma.

“El acuerdo supone una mejora respecto al momento inmediatamente anterior, pero no implica un paso hacia un mundo más basado en la cooperación económica”, señaló Pagán.

Según su análisis, se trata en cierta medida de un retorno a la situación previa al “Día de la Liberación”, si bien los aranceles generales han aumentado en diez puntos porcentuales para cada uno de los dos países: éstos quedan ahora en un 55% para productos chinos en EE. UU. y 10% para productos estadounidenses en China. Además, el compromiso chino sobre tierras raras será reevaluado cada seis meses, manteniendo la incertidumbre sobre la continuidad de la tregua.

En cuanto a la sostenibilidad del acuerdo, Pagán considera que la experiencia con Donald Trump en anteriores negociaciones comerciales —incluyendo los casos de México, Canadá y la propia China— muestra que incluso tras firmar acuerdos, nuevas amenazas arancelarias pueden surgir en cualquier momento. Asimismo, la disposición de China a utilizar sus ventajas en tierras raras como herramienta política anticipa que las tensiones podrían reactivarse.

“No es en absoluto descartable que vaya a haber nuevas turbulencias en la relación comercial sinoestadounidense”, concluyó.

Cabe la posibilidad, por tanto, de que el acuerdo represente más bien una pausa táctica. Un respiro temporal que permite a ambas potencias bajar el tono del conflicto, pero sin resolver las cuestiones de fondo que lo alimentan.

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