El ascenso imparable de las emprendedoras en el Asia-Pacífico: Retos, logros y transformación empresarial

27 febrero, 2025

Nifta Sugey Lau Ibarias

Investigadora posdoctoral

Centro de Estudios sobre China y Asia Pacífico

El emprendimiento femenino es un motor clave para el desarrollo económico global, la reducción de la pobreza, el empoderamiento y la equidad de género. Según el informe más reciente del Global Entrepreneurship Monitor, el emprendimiento femenino ha crecido significativamente a nivel mundial, pasando de aproximadamente el 6% en la primera mitad de la década del 2000 a más del 10% en la actualidad. Paradójicamente, son los países de altos ingresos quienes siguen registrando la menor participación femenina en startups y presentan las brechas de género más marcadas.

Por otro lado, en las economías de Asia-Pacífico, particularmente en las dinámicas Corea del Sur, Tailandia, Malasia, China, Indonesia y Vietnam, las mujeres han demostrado un papel destacado en el ecosistema de startups y la innovación empresarial. A pesar de ello, su presencia en los directorios de grandes corporaciones sigue siendo baja en comparación con sus contrapartes en Estados Unidos y Europa. Una excepción notable es China y Hong Kong, donde las emprendedoras dominan los rankings de mujeres billonarias self-made publicados por Forbes y Fortune Magazine. Estas tendencias discordantes están profundamente ligadas a las características culturales y a las trayectorias de desarrollo de dichas economías.

Por un lado, el confucianismo ha contribuido a la supresión de las mujeres y a negar su reconocimiento, perpetrando una jerarquía estricta en el hogar y sociedad. Tradicionalmente, la educación de las mujeres no ha sido vista como una prioridad y se ha subordinado al desarrollo profesional de sus esposos y a la estereotipada “obligación” como cuidadoras del hogar. Como resultado, la mayoría de los negocios creados por mujeres han surgido históricamente como respuesta a la necesidad y el desempleo, ubicándose en el sector informal y de la mano de mujeres con baja escolaridad.

Por otro lado, si bien las particularidades de sus identidades como emprendedoras y su éxito se encuentra enormemente influenciado por estos retos relacionados con normas sociales y expectativas de género, ciertos valores arraigados en el confucianismo y que informan el comportamiento a nivel sociedad, tal como la diligencia, perseverancia, trabajo duro, y fuerza de voluntad, se ven reflejados en los emprendimientos encabezados por mujeres. Estos rasgos han apoyado la creación de culturas corporativas más tolerantes y armónicas en las empresas que encabezan, demostrando también ser más persistentes y prudentes con respecto de los objetivos a largo plazo y el desarrollo de sus empresas. Y es que, esencialmente, para estas mujeres, no hay lugar para el fracaso.

Las mujeres se enfrentan a retos para obtener financiamiento de instituciones con culturas patriarcales que exigen garantías a las que pocas tienen acceso. Asimismo, su acceso a redes de negocio es considerablemente inferior al de los empresarios hombres, quienes forman redes más exclusivas y tradicionalmente han eludido la membresía o nivel de participación de las mujeres en asociaciones de negocios.

Al ver limitadas sus oportunidades tanto para el financiamiento como para adquirir contactos y conocimiento del mercado, los lazos de apoyo familiares y de amistad, también característicos de estas culturas, han sido fundamentales para el liderazgo empresarial de las mujeres. Por ello, los cargos altos ocupados por mujeres en grandes empresas se observan en empresas familiares; pero esta realidad está cambiando con el crecimiento de demanda por desarrollo tecnológico en estas economías.

Factores de atracción —como el acceso a la educación, desarrollo de industrias, y la creciente digitalización— comienzan a reemplazar algunos factores de empuje, como la discriminación laboral o la falta de oportunidades en el sector formal. Al tiempo que las mujeres profesionales altamente cualificadas se han convertido en una fuerza clave en la industria de alta tecnología, cada vez más mujeres participan en la toma de decisiones corporativas y lideran sus propias empresas en sectores estratégicos.

El camino hacia la consolidación del liderazgo femenino en el ámbito empresarial es aún largo. Las emprendedoras han tenido que desafiar normas sociales, religiosas e institucionales profundamente arraigadas y que las han desventajado históricamente para transformar el ecosistema empresarial. Oportunamente, la región se encuentra en un punto en su historia de desarrollo donde se ha vuelto cada vez más inexcusable el reconocer y liberar la gran reserva del potencial de estas mujeres. Sus importantes contribuciones al crecimiento de sus economías son sólo comparables con el gran logro de allanar el camino en estas sociedades para que una nueva generación de mujeres jóvenes, exitosas y preparadas que comienzan a irrumpir en el mundo laboral continúen pujando por espacios y reconocimiento.

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