Lecciones del primer estudio del Tren Bioceánico (2014–2017)
20 agosto, 2025

Leolino Dourado
Investigador del Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico
El pasado 7 de julio resucitó formalmente el famoso y ambicioso proyecto de conexión ferroviaria Brasil-Perú, conocido popularmente como el Tren Bioceánico. Dos empresas estatales dedicadas al planeamiento de infraestructura de transporte, una brasileña y otra china, firmaron un memorando para estudiar la viabilidad del proyecto. Perú aún no ha firmado nada, pero es razonable pensar que eventualmente se sumará a este nuevo estudio, dado su pasado de marcado interés en el proyecto y la
atención que despierta en grupos de poder político y económico. Ante ello, resulta fundamental volver la mirada a la cooperación trilateral de 2014 a 2017, que perseguía el mismo objetivo, para extraer lecciones de aquella experiencia.
En 2014, Perú se unió a Brasil y China en un esfuerzo para producir un estudio básico de viabilidad del referido proyecto ferroviario. El tema estuvo en el centro de las atenciones en los medios de comunicación y círculos políticos, pero la cooperación culminó en 2017 sin que el reporte final fuese aprobado por Brasil o Perú como revelado en nuestro estudio publicado en 2023. A fin de identificar lecciones del caso, en dicho estudio hemos revisado alrededor de dos mil páginas de documentos relacionadas a esa cooperación trilateral de hace una década. El principal documento fue el reporte final
del estudio básico de viabilidad en sus cuatro volúmenes, pero también incluye acuerdos bilaterales, minutas de reuniones, y notas técnicas.
Primera lección: se requiere una coordinación trilateral bien articulada. En la experiencia anterior, los tres países no definieron claramente desde el inicio los detalles del estudio, y eso se tradujo en una serie de desencuentros, especialmente por los estándares técnicos de ingeniería del proyecto. La empresa china, encargada del estudio básico de viabilidad, lo elaboró siguiendo estándares chinos a fin de promover la tecnología china. Brasil y Perú, en cambio, esperaban que se hiciera con estándares locales. Al final, no hubo consenso, y esa fue una de las razones por las que el informe final del estudio nunca se aprobó. Cabe señalar que el actual intento de cooperación ya arranca mal en ese aspecto, dada la ausencia de Perú en la
firma del memorando mencionado líneas arriba.
Segunda lección: el estudio de viabilidad debe ser riguroso. Debería ser obvio que una inversión de miles de millones de dólares requiera un análisis sólido. Sin embargo, en la experiencia anterior, como reportó el equipo técnico de Brasil, el estudio de viabilidad estaba repleto de deficiencias importantes. Por ejemplo, la proyección de demanda no presentaba una metodología clara ni fundamentada, y además omitía alternativas al ferrocarril que competirían por la misma carga. El análisis de impacto ambiental también era muy débil, careciendo de un examen detallado de los posibles impactos y de medidas de mitigación. Estas deficiencias técnicas fueron otra de las razones para no aprobar el estudio de viabilidad anterior.
Tercera lección: se necesita un compromiso sostenido. El Perú abandonó la cooperación trilateral anterior poco después de que PPK asumiera el gobierno. Si bien lo hizo por preocupaciones validas sobre el costo económico y ambiental del proyecto, es indispensable una participación sostenida de todas las partes para llegar a un estudio de viabilidad concluyente.
Cuarta lección: la transparencia es clave. Esta resulta indispensable para que el escrutinio público garantice un estudio adecuado y que responda a todas las inquietudes de la sociedad. La experiencia anterior fue muy opaca, ya que uno de los acuerdos incluía una cláusula de confidencialidad que impedía compartir el estudio de viabilidad. Solo años después de concluida la cooperación se logró acceder a los documentos, tras mucha insistencia y varias apelaciones mediante las herramientas de acceso a la información pública.
Es fundamental observar esas lecciones a fin de lograr realizar un estudio de viabilidad sólido y concluyente.
Fuente: Semana Económica